
En nuestra vida vamos a encontrarnos con diferentes tipos de personas. Querámoslo o no, cada una de ellas puede enseñarnos algo, incluso sin proponérselo. No me considero una persona religiosa, pero constantemente elevo una oración, pidiendo a alguna fuerza superior que me libre de las personas falsas, mentirosas y manipuladoras. ¿Y sabes qué ocurre? El universo parece responder a nuestras plegarias de un modo muy particular.
Cuando pido ser liberado de la falsedad, imagino que el universo me mira y responde: “No puedo simplemente apartar de tu camino a quienes deseas evitar. En cambio, te enviaré a esas mismas personas para que aprendas, a través de ellas, a ser íntegro, a actuar con honestidad y a no caer en la hipocresía que tanto rechazas.”
Así, en lugar de entregarnos comodidad y paz inmediata, la vida nos empuja fuera de la zona de confort para que desarrollemos carácter, fortaleza y claridad en nuestros valores.
Cuando los demás desprecian o minimizan tus logros, no lo hacen necesariamente porque carezcas de talento o porque no seas digno de reconocimiento, sino para enseñarte a cultivar la humildad. Es un recordatorio de que tu valor no depende de los elogios ajenos, muchos de los cuales son vacíos o vienen acompañados de sonrisas que esconden falsedad.
Incluso aquellos que, a pesar de conocer tus dificultades, deciden negarte su ayuda, están cumpliendo un papel importante en tu crecimiento: te enseñan a ser independiente, a confiar en ti mismo y a descubrir que eres capaz de superar las pruebas sin depender siempre de los demás.
Cada persona y cada situación, incluso las más incómodas, traen consigo una lección. El universo, en lugar de darte lo que deseas de inmediato, te da lo que necesitas para convertirte en una mejor versión de ti mismo.
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